El VAR no quiso castigar una clara agresión de Marcos Rojo sobre Maxi Romero y dejó de señalar un penalti a favor de Boca Juniors.

 

El VAR en Argentina sigue dejando mucho que desear. El juego brusco grave parece ser uno de los problemas principales a solucionar en lo que al criterio arbitral se refiere, dejando pasar acciones que ponen en peligro gravemente la integridad física de los jugadores. El último capítulo se vivió en el estadio de La Bombonera, cuando en el minuto 20 del encuentro que enfrentaba a Boca Juniors y Racing Club, Marcos Rojo agredía con el codo a Maxi Gómez. El jugador argentino, de forma completamente intencionada, saca el brazo con fuerza impactando en el rostro de su rival antes incluso de poder disputar el balón. Para el colegiado tan solo fue merecedora de amarilla y para el VAR, de forma inexplicable, más de lo mismo.

La acción no tiene justificación ninguna y el defensor de Boca Juniors debió ver la roja directa. Que el colegiado no la aprecie en el terreno de juego puede pasar, pero en el VAR no se puede fallar. El VAR no quiso castigar la agresión de Marcos Rojo.

 

 

De la misma forma, pasado el ecuador de la segunda mitad, el VAR no quiso castigar una mano dentro del área de Racing Club escudándose en una posible falta previa que jamás existió. La acción es penalti tal y como se aprecia en la repetición. El guardameta del equipo visitante choca contra dos jugadores que no hacen ningún tipo de movimiento por provocar su caída. Se trata de un error del portero, no de una obstrucción del jugador de Boca Juniors. Éste fue el segundo error que cometió el VAR en un partido que está dando que hablar y mucho en los diarios deportivos de Argentina.