El reglamento no ampara el movimiento realizado por Bellingham y Pulido Santana tuvo que señalar penalti.

 

El Real Madrid se impuso con facilidad ante el Girona en un encuentro que quedó marcado por la tangana final fruto de una entrada muy fea de Nacho sobre Portu. El central madridista, tras la intervención del VAR, vio la cartulina roja y se marchó a los vestuarios. Una vez finalizado el partido, las redes se hicieron eco de dicha acción criticando la intensidad y fuerza desmedida de Nacho en su entrada. Sin embargo, parece que casi todos los aficionados olvidaron una jugada que se produjo en los primeros minutos del choque en el área del Real Madrid. Bellingham, estando en el suelo, toca el balón con la mano, lo cual, con el reglamento en la mano, no sería punible. Pero, tras un análisis más exhaustivo de las imágenes, se puede apreciar como la mano del jugador inglés es completamente voluntaria, y el reglamento así lo indica.

 

¿Cuándo NO sería mano?

 

«No se considerará infracción si la mano está apoyada o camino del apoyo. Mano como herramienta de soporte para mantener el equilibrio. Si el jugador cae y la mano o el brazo quedan entre el cuerpo y el punto de apoyo en el suelo, pero no alejadas del cuerpo hacia un lado o en vertical»

 

El reglamento, ante este tipo de acciones, es claro. Si la mano está apoyada o se encuentra camino al punto de apoyo, no será infracción. Sin embargo, con Bellingham ocurre un hecho que le termina por delatar. El jugador del Real Madrid apoya sus dos manos segundos antes, pudiendo mantener el equilibro y levantarse sin ningún tipo de problema. Sin embargo, decide gatear hasta el balón y colocar su brazo, anteriormente apoyado en el suelo, en la trayectoria del balón. Es una acción simple de analizar. El movimiento de apoyo fue completado previamente y todo lo que ocurra después es mano. Es entendible que, siendo una acción tan complicada, Pulido Santana, en directo, no juzgase de tal manera la intencionalidad de Bellingham, pero sí debió hacerlo Jaime Latre desde el VAR.

 

Las imágenes que delatan la voluntariedad de Bellingham